NEUROCIENCIA PARA COACHES

¿Tiene sentido el neurocoaching?

Hay una tendencia generalizada a añadir el sufijo neuro- a cualquier actividad y sumarse así a la corriente más atractiva de la ciencia actual. Aquella que pretende estudiar el funcionamiento de la mente y la consciencia y su influencia en el comportamiento humano.

Resulta obvio el interés de este conocimiento para los procesos de coaching y por ello considero de interés exponer  unas ideas básicas sobre los fundamentos de la neurociencia y el cerebro.

Para ello voy a basarme en la exposición de la Dra. Nazareth Castellanos, física, neuro-científica y divulgadora, que estudia cómo el cerebro se comunica con el cuerpo a través de la meditación, y que voy a resumir a continuación.

El CEREBRO ES COMO UN BOSQUE

Se pensaba a principios del siglo pasado que el cerebro era como un bosque, como un todo continuo, pero Ramón y Cajal, estudiando el cerebro embrionario, descubrió que el cerebro estaba formado por “árboles” individuales: las neuronas. Estas neuronas son muy numerosas (hay 86.000 millones) y están conectadas entre sí mediante un mecanismo de descargas eléctricas; las neuronas se cargan de electricidad y al llegar a un nivel, se produce un disparo: la sinapsis,  de manera que ese “disparo” provoca la apertura de una puertas que liberan unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores que viajan de las raíces de una neurona a la copa de otra neurona, transmitiendo los paquetes de información. Para cualquier actividad (memorizar, hablar, movernos,…) hay una infinidad de sinapsis entre millones de neuronas. Y por eso se habla de redes neuronales.

EL VIAJE DE LA INFORMACIÓN

Existen varias zonas en el cerebro. La información primero se percibe a través de los receptores sensoriales, luego se filtra por las diferentes estaciones, primero en las zonas más profundas, inconsciente y emocional y luego pasa a la parte más externa del cerebro que es la que nos hace ser consciente de lo que estoy viviendo. La mayoría de la información nos llega de manera inconsciente en esas zonas interiores del cerebro y sólo una parte se traduce de manera racional en la corteza frontal.

COHERENCIA MENTE Y CUERPO

Todo está relacionado. Existe lo que se llama  “la coherencia fisiológica” tanto entre padres e hijos como entre los distintos órganos del cuerpo: cerebro, corazones, intestino, etc. La información  y las emociones tardan en procesarse y no son inmediatas. Una de las primeras estaciones que coordinan las emociones es anterior a la consciencia racional. Se dice que “El cuerpo sabe lo que la razón aún desconoce”. Por eso aprender a sentir la consciencia corporal es fundamental en la educación de los niños: “No lloro porque estoy triste, estoy triste porque lloro”.  Hay que enseñarles a interpretar nuestro cuerpo, nuestra postura y cómo ésta es un reflejo de nuestras emociones. Cuando hacemos ejercicio el hipocampo (el órgano gestor de la memoria) se hace más fuerte. El ejercicio físico es un gran protector de la salud mental. Y practicar yoga fortalece el cerebro. Reconocer la expresión de mi cuerpo es fundamental para entenderse uno mismo y crecer.

EL JUEGO DE LA ARCILLA Y EL ESCULTOR

Según la doctora, el cerebro es mucho más agradecido de lo que creemos (de hecho, meditar provoca ya un cambio a los 5 días en nuestro cerebro). Ramón y Cajal ya nos hablaba del concepto de plasticidad cerebral: “Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”. Las cosas surgen de forman involuntaria, pero con el propósito y la intención  nosotros podemos esculpir la arcilla para crear lo que queramos. La neurociencia estudia esa arcilla, esa actividad espontánea e involuntaria del cerebro.

Y aquí entra algo que a los coaches también nos ocupa: los hábitos. De entre todas las opciones el cerebro va a escoger siempre la opción que esté más acostumbrado, más habituado. Aunque le niegues racionalmente al cerebro hacer algo, en realidad lo refuerzas. El cerebro sabemos recordar pero no sabe cómo olvidar. Sólo sabe sustituir. Para cambiar un hábito hay que cambiarlo por otro y quien desequilibra la balanza es, precisamente, el control racional y voluntario para el que hay que tener el propósito o la intención. Sólo cuando el nuevo circuito pesa más que el anterior este se instituye.

Hasta el optimismo y la generosidad se puede cultivar. Si elegimos voluntariamente ser más optimista o generoso, podemos transformar el cerebro.

LA MENTE DIVAGANTE

Nos metemos en más cosas de las que podemos. En palabras de Hipócrates: “Antes de sanar a alguien, pregúntale si es capaz de renunciar a aquello que le enferma”. Hoy todo va muy rápido y tenemos muchas tareas. No queremos renunciar a nada y eso nos provoca un cansancio enorme.  Una de las cosas que más nos provocan cansancio es estar haciendo una cosa y pensando en otra. Un estudio de Harvard ha puesto incluso cifra a este hecho: afirman en su estudio que un 47% de las personas estamos en otra cosa mientras hacemos algo. Es lo que se llama mente divagante. Y una mente divagante es una mente infeliz. La clave de la felicidad es, entonces: hagas lo que hagas, hazlo. Es fundamental volver al presente,  pasar más tiempo haciendo lo que estemos haciendo. En la revista Science, en un estudio en que se pidió a los sujetos controlar sus pensamientos, el tiempo medio sin despistarse era de 6 min. y el 83%  consideró el esfuerzo como desagradable. No sabemos estar con nosotros mismos y controlar nuestra mente. Esto nos lleva a una pelea eterna y es la razón de que el mindfulness,  con el que aprendes a estar en el presente, sea una técnica tan exitosa hoy en día.

LA JAULA DE LOS MONOS

¿Cómo podemos practicar estar en el presente? Uno de los ejercicios más habituales es prestar atención a la respiración. La atención supone la toma de control de tu propia mente. La meditación no es una moda, es una capacidad intrínseca de observarnos a nosotros mismos. Prestar atención a nuestra respiración es centrarnos en la corteza frontal racional, es como la luz del minero que enfoca a donde diriges la mirada y la atención. Eso provoca lo que se llama: silencio neuronal,  todo el cerebro se centra en esa parte frontal y en los experimentos de neuroimagen, se ve cómo el resto del cerebro está tranquilo. Pero si, de repente te distraes se encienden las luces por todo el cerebro y empieza” un movimiento muy rápido e involuntario que los investigadores llaman:   “La jaula de los monos a los que les ha picado un escorpión”.

Existen 2 zonas del cerebro también relacionada con la atención: la corteza cingulada que actúa como un interruptor de la atención y la ínsula donde se forja la idea del yo consciente. Al entrenar esta red de ambas zonas con la corteza frontal con la meditación reforzamos estas partes del cerebro. Y es suficiente con media hora al día.

Al fin y al cabo, meditar es familiarizarse con uno mismo. Todos hemos estudiado muchos años y nadie nunca nos ha dicho que nos teníamos que estudiar a nosotros mismos. Al menos hasta que te has encontrado con un coach.

EL CEREBRO Y LOS BOLEROS

Las neuronas cantan y hablan entre sí. Emiten una descarga eléctrica en distintos ritmos: desde 1 o menos descargas por segundo a 50-100.

El ritmo más común de las neuronas es el ritmo alfa: unos 8 impulsos/segundo. Este es el lenguaje normal del cerebro. Las neuronas se comunican entre sí cuando tienen el mismo ritmo.  Las ondas alfa hacen de barrera a las interferencias de señales con otros ritmos. Son como señales de stop. Así mismo, los otros órganos como el corazón, el intestino o la respiración también tienen ritmos. Y si se armonizan todo funciona bien. Por eso dice que nuestro cuerpo es como un bolero y el cerebro sería como el director de la orquesta que hace que a veces suena bien y otras veces suena mal.

SÉ AMABLE CONTIGO MISMO

El último consejo que nos da la neurociencia es muy sencillo, pero no por ello menos importante: la importancia de ser amable conmigo mismo. La dureza y autoexigencia de una férrea voluntad no es tan eficiente y nos genera estrés y ansiedad. Si reconozco todas las cosas que puedo mejorar pero soy más compasivo e indulgente conmigo mismo,  se activa la corteza orbito frontal y ello nos genera más felicidad.

Así que la neurociencia nos regala una gran herramienta a los coaches. Si somos capaces  de mostrar a nuestros clientes el camino a su consciencia corporal y emocional, a cambiar sus hábitos, a prestar atención a lo que quieren y a sentir amabilidad con uno mismo  podemos acompañarles en su desarrollo hacia su éxito personal y profesional.

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