Para reconocer y valorar las cualidades de cada miembro del equipo
“Érase una vez unos animales que decidieron que tenían que organizar una nueva escuela para resolver los problemas de “un nuevo mundo”. Acordaron un plan de actividades consistente en correr, trepar, nadar y volar. Para que fuera más fácil llevar a cabo el plan de estudios, todos los animales estudiaban todas las asignaturas.
El pato era excelente nadando, de hecho era mejor que su instructor; pero sólo obtuvo calificaciones pasables volando, y era muy mediocre corriendo. Puesto que era lento corriendo, tenía que quedarse a la salida de clase y dejar la natación para practicar la carrera. Esto continuó así hasta que las membranas de sus pies se desgastaron y se volvió sólo mediocre nadando. Pero el aprobado era aceptable en la escuela, así que nadie se preocupó, excepto el pato.
El conejo empezó siendo el primero de la clase corriendo, pero sufrió una crisis nerviosa de tanto entrenar en las clases de natación.
La ardilla era magnífica trepando, pero se sentía frustrada en la clase de vuelo porque el profesor le hacía empezar desde el suelo en vez de desde lo alto de un árbol. Así que por el exceso de ejercicio tuvo calambres, y empeoró sus notas en trepar y en correr.
El águila era muy problemática y estaba siempre castigada. En la clase de trepar derrotó a todos los demás subiendo a la copa del árbol, pero insistía en llegar hasta allí a su manera.
Al final del curso, una rara anguila que sabía nadar bastante bien, y también correr, saltar y volar un poco, obtuvo la mejor nota media y le correspondió leer el discurso de despedida.
Los perrillos de las praderas se quedaron fuera de la escuela y reclamaron no haberse matriculado al no haber incluido, entre las materias, la asignatura de excavar. Dejaron a sus cachorros, en período de prácticas, con el tejón y, más tarde, se juntaron con las marmotas y los topos para crear una exitosa escuela privada.
(relato de George H. Reavis del libro “Animal School”)
Este cuento, ampliamente difundido en el mundo de la educación, habla también de la gestión del talento. Todos tenemos unas cualidades y características únicas y es labor de los educadores en las escuelas (y también de los coaches en las empresas) aflorarlas.
Normalmente se mide el talento de las personas con un rasero único con el resultado de limitar a los que desarrollan un talento específico excepcional y potenciar la mediocridad de los que sólo hacen las cosas medianamente bien. En el trabajo con los equipos es fundamental conocer y aprovechar las cualidades de cada miembro. Ofrecer a cada uno un lugar en el equipo donde pueda desarrollar su mejor versión es un arte del liderazgo de equipos de alto rendimiento. Hay personas que destacan por su organización y capacidad de planificación, otras por su creatividad y sus ideas innovadoras, otras son buenas desarrollando un trabajo constante en segundo plano y otras tienen el ímpetu de ponerse al frente y tirar del equipo.
El coaching proporciona herramientas, en forma de test de talentos, que nos permite conocer cómo somos, cómo nos comunicamos, cuáles son nuestras aptitudes y cómo podemos contribuir de mejor forma al rendimiento del equipo. Pero lo fundamental es tomar conciencia de que todos somos diferentes y reconocer los beneficios de esa pluralidad para la realización de cada individuo y el éxito del equipo.