¿Dónde van las empresas cuando mueren? ¿Al infierno de los sueños fracasados, al purgatorio de las promesas incumplidas o al cielo de los proyectos añorados?
Hoy, la empresa alavesa YOR, pionera en la fabricación de columpios, bancos y papeleras, y que dirigí con orgullo en su última etapa, hubiera cumplido sus 60 años de existencia. El 12 de noviembre de 1958, un emprendedor profesor de maestría industrial (mi padre) patentó su primer modelo de banco urbano de chapa perforada (el que aparece en la imagen) que fue el origen de un amplio catálogo de mobiliario urbano, juegos infantiles y deportivos durante seis décadas, convirtiéndose en una referencia en el sector del equipamiento urbano.
Desde su primitiva ubicación en un pequeño taller de la calle Badaia, hasta su traslado a su definitiva dirección en los años 60 en la incipiente zona industrial de Betoño, siempre defendiendo la fabricación local en Vitoria-Gasteiz, ha contribuido al desarrollo de esta ciudad y las de su entorno. En sus instalaciones se fabricaron los primitivos bancos y papeleras de la Florida y la Plaza de la Virgen Blanca, los del paseo de la Concha en San Sebastián (que aún perduran), los primeros asientos metálicos del campo de Anoeta, los primeros columpios del Parque de Gamarra, los bancos que donaban las cajas de ahorros de Burgos y Álava, los primitivos quioscos de aquellos guardias urbanos, que rodaban en todas las manifestaciones de la transición y varios miles de parques infantiles en todos los ayuntamientos de España, muchos de los cuales aún funcionan y dejan ver el logo de YOR troquelado o serigrafiado en la chapa.
Luego vino la irrupción de los juegos de madera, de diseño norteuropeo, y la fabricación se amplió a la carpintería de madera en los años 80, con modelos más acorde a los nuevos tiempos. La adaptación a las nuevas normativas europeas en cuestión de seguridad del equipamiento infantil supuso también un reto, que se supo afrontar con éxito, ya que siempre la seguridad de los usuarios había sido un aspecto fundamental del diseño.
En los últimos años, ya con el cambio generacional en la dirección, avanzamos en la gestión de la calidad, la prevención y seguridad en el trabajo, la gestión mediombiental y el ecodiseño. Se desarrollaron nuevas líneas de diseño en juegos de acero, circuitos biosaludables, mobiliario adaptado y juegos “green” y se inició la internacionalización en Portugal y Francia. Fuimos la primera empresa del sector certificada en calidad, medio ambiente y ecodiseño, siendo reconocidos con varios premios por nuestra labor en prevención, producto sostenible y ecodiseño de parques infantiles. Unos de los últimos proyectos en nuestra ciudad son los parques infantiles de la antigua estación de autobuses y el de la plaza Green capital.
Hasta que la profunda crisis económica, que desde 2010 ahogó a las entidades municipales, nuestros principales clientes y redujo el mercado a un 20% de lo que era, acabó con nosotros. El empeño por evitar despidos traumáticos, la excesiva dependencia del mercado interno y la falta de financiación, desembocó en sucesivos ERES temporales de suspensión y finalmente en un proceso concursal que llevó al fin de la actividad en diciembre de 2015 y a la liquidación total con el acta de conclusión del concurso con calificación “fortuito” el 5 de Febrero de este año de 2018.
La verdad es que fue para mí un proceso doloroso, al igual que para todos los implicados y puedo entender que algunos puedan desear ver a la empresa en el INFIERNO: algunos deudores (sobre todo institucionales) que no han visto satisfechos totalmente sus créditos, los socios que han sufrido la depreciación de su patrimonio, los trabajadores que se han quedado en una situación de desempleo a una edad en la que estaban ya calculando su retiro o la competencia que así ve más ampliada su cuota de mercado.
También parece haber quién pretende enviarla directamente al PURGATORIO a expiar sus pecados. En este sentido, actualmente, un pequeño grupo de extrabajadores, a los que deseo la mejor fortuna, se han erigido en sociedad laboral para dar servicio de manufactura industrial a otras empresas e intentar mantener el servicio a los clientes tradicionales en su sector. Es un proyecto social, independiente, para el mantenimiento del empleo aunque está sufriendo su particular acoso por alguna entidad pública (irónicamente denominada social…) que le intenta endosar deudas ajenas procedentes del “purgatorio de las empresas concursadas”.
Pero, para mí, tengo el convencimiento de que YOR se ha ganado el derecho de ir al CIELO: Por su buen hacer durante casi 60 años, por tratar a los trabajadores/as siempre con respeto y honestidad, por fabricar productos tan fuertes y duraderos que aún siguen en uso, por mantener la buena imagen de marca a pesar de lo traumático del proceso, por ofrecer diversión a los niños y descanso y servicios a los mayores, por ser un referente en el área de los productos “green”, por ser un pionero en el área de la RSE y porque cada vez que vemos el logo de YOR en uno de los juegos y elementos de mobiliario urbano instalados en la calle, nos evoca una sonrisa y un buen recuerdo: aquellos juegos (y algún “coscorrón”) en los columpios de la infancia, aquella conversación a media voz en los bancos de la plaza, aquella canasta que nos hizo ganar el partido… En definitiva, YOR ha sido parte de nuestra vida.
En el cielo de las empresas buenas estará YOR y me gustaría por ello que esta fecha de “aniversario virtual” sin ningún sentido ya, sirva para homenajear a los que hemos trabajado en la empresa y sentirnos orgullosos de ello y también a todos aquellos que pusieron sus ilusiones y esfuerzo en otros proyectos fallidos que no pudieron ser. Porque al fin y al cabo, como se dice en el mundo del coaching: “NO HAY FRACASO, SÓLO APRENDIZAJE”.
Que en paz descanse