Un buen propósito será aquel que sea inspirador de manera que sea capaz de mantener unos altos niveles de energía y motivación. Por tanto, elevemos nuestras expectativas pero fijemos nuestros objetivos de manera que tengamos el máximo compromiso de cumplirlo.
Podemos resumir todas estas cualidades de un buen propósito con la regla nemotécnica de las 5 Ps:
- POSITIVO:
Primero hay que definir el resultado esperado en forma positiva. Es decir, concretar lo que la persona quiere en vez de lo que la persona no quiere. Algunas personas se centran en lo que no desean, o sea, en aquello de lo que quieren alejarse. De esta forma, enfocan su atención en el problema y se mantienen en el estado presente. Cuando se formula de forma positiva el resultado que queremos alcanzar, creamos en la mente una imagen de nuestro estado deseado y generamos una nueva dirección por la que caminar para alcanzarlo.
Por ejemplo, el clásico objetivo de “dejar de fumar” estaría mejor formulado si se plantea como “Quiero mejorar mi salud y tener mis pulmones limpios”. Así nos enfocaremos en los resultados de unos buenos hábitos y no en el acto de consumir el tabaco
2. PRECISO:
Cuanto más concreto sea un objetivo más fácil nos será alcanzarlo. Objetivos como: “Quiero sentirme mejor” o “Quiero ganar más dinero” tienen que ser concretados y no resultan útiles para trabajar con ellos.
Una de las mejores y más útiles formas de concretar los objetivos es escribirlos. Escribir aclara las ideas y las ideas motivan a la acción. Si usted no puede escribir sus metas, entonces no ha cristalizado plenamente sus ideas. La formulación debe ser breve, concisa y detallada. Un reto suele ser reducirla a siete palabras. Este es un buen ejercicio de creatividad e imaginación que le ayudará a definir lo que es verdaderamente importante para usted.
3. POSIBLE:
Que sea posible quiere decir que debe ser un objetivo hacia el cual usted puede y está dispuesto a trabajar. Cuanto más lejos en el futuro fije sus metas, más débil será su poder para motivarse. Asegúrese de planificar pasos intermedios para alcanzarlas. Todo gran viaje empieza con un primer paso y una buena planificación de pasos intermedios hace que la meta a largo plazo sea más realista. El logro de metas a corto plazo fortalece la confianza en sí mismo y en sus capacidades. El propio éxito a corto multiplica el entusiasmo y amplía su visión, haciendo que pueda ver metas antes fuera de su alcance.
Por otro lado, aunque hablamos de apuntar alto con un objetivo, si nos venimos muy arriba con nuestros buenos propósitos pueden pasar de ser retadores a frustrantes si son realmente utópicos. Cuando nos planteamos “Subir el Everest” y no disponemos de la preparación adecuada, ni tenemos la posibilidad de entrenarnos, sólo conseguiremos desanimarnos.
4. PERSONAL:
El resultado esperado debe ser también algo que dependa de uno mismo. Para ello debe estar bajo nuestro control, de manera que podamos influir con nuestras acciones en alcanzarlo. Asumir la responsabilidad de lo que nos ocurre en la vida es el primer paso para desarrollar nuestro poder personal, que no es otra cosa que la capacidad de actuar de manera consecuente y constante en una determinada dirección. Tu poder personal depende de tu capacidad de tomar decisiones y de actuar a continuación.
Por otro lado, el objetivo por definir no deberá sobrepasar la competencia de cada uno. A menudo deseamos que otras personas cambien de comportamiento. Un objetivo como: “Deseo que mi jefe se interese más por mis problemas laborales” habrá que reformularlo sustituyendo por otro que pueda entrar en el ámbito de competencia del interesado y plantear “¿Qué puedo hacer yo para que aumente el interés de mi jefe por mis problemas laborales”
5. PERTINENTE:
Que sea importante para la persona y “ecológico” con su entorno. Para conseguir que nuestros objetivos sean adecuados y el cambio esté bien orientado es importante que comprobemos qué influencia tendrá ese cambio en otras áreas de nuestra vida o en la de las personas que nos rodean. Pregúntese ¿Qué efectos positivos o negativos tendrá el cambio en mí y en las personas que me rodean? ¿Hay ventajas reales si alcanzo lo que deseo? ¿Hay algo que yo o los demás podamos perder? ¿Ese objetivo encaja adecuadamente con el resto de mi vida? ¿Qué sucederá si hago eso?
De que contestemos estas preguntas de forma idónea, depende que el propósito que hemos definido tenga el máximo grado de compromiso e inspiración por nuestra parte.