DE BUENOS PROPOSITOS A METAS DE TRABAJO

Seguramente te has planteado para este año 2021 un listado de buenos propósitos, con muy buenas intenciones y con la ilusión de ¡por fin! este año sí cumplirlos. Pero menos del 10% de los propósitos del nuevo año se mantienen hasta fin de año y la mayoría se abandona a las 2 semanas del compromiso inicial. ¿Por qué?

Por tres razones:

1º.- Porque la gente no sabe realmente lo que quiere,

2º.- Porque no tenemos la motivación ni el compromiso al 100% para cumplirlos, y

3º.- Porque no sabemos distinguir un sueño de un objetivo

En este post vamos a aclarar las bases de un buen trabajo con objetivos y la diferencia entre los objetivos soñados y los que realmente podemos trabajar.

 “La diferencia entre un sueño y un objetivo es una fecha”

Este aforismo tan simple nos habla de la importancia de fijarnos un plazo para el cumplimiento de un objetivo. Sin una fecha concreta, nuestro objetivo no deja de ser un canto al sol sin ningún viso de cumplimiento. Pero, además del factor tiempo son importantes el hecho de ser concretos y estar bajo nuestro control al 100%.

Por ello se pueden distinguir dos tipos de objetivos según los define John Whitmore, OBJETIVOS ASOCIADOS AL FIN y OBJETIVOS LIGADOS AL RENDIMIENTO.

Objetivo final y de rendimiento:

  • OBJETIVO FINAL: es el objetivo final manifestado, normalmente abarca un período de tiempo más amplio (largo plazo) y suele no depender únicamente de uno mismo. Es el objetivo que marca la DIRECCIÓN del proceso y proporciona inspiración para la persona

Por ejemplo:

– “quiero acceder al puesto de Director de Ventas”

– “quiero ser líder del mercado”

– “deseo ganar la medalla de oro en la carrera”…

  • OBJETIVO DE RENDIMIENTO: son las metas intermedias (o las etapas intermedias) que sí dependen completamente de uno mismo,  que le acercan a la meta final, y suelen situarse en el corto plazo. Son los objetivos que hay que trabajar. Es mucho más fácil comprometerse con estos objetivos, porque están bajo nuestro control, que con los objetivos que no lo están.

Por ejemplo:

– “quiero crecer un 15% mi nivel de ventas”

– “quiero vender 100 unidades al mes de este nuevo producto”

– “bajar de 1 minuto mi marca personal en la prueba”…

El objetivo final proporciona la inspiración y los objetivos de rendimiento definen lo que hay que hacer y los resultados que son verdaderamente medibles.

Objetivo soñado y de trabajo.

Esta clasificación de objetivos se puede completar con otros dos conceptos, que no son propiamente objetivos en sí mismos. Por una parte, podemos hablar del propósito o deseo soñado, aquel gran porqué que nos procura el sueño o la visión de ese futuro deseado. Podemos llamarlo: el objetivo soñado.

Por otra, en la base de la pirámide las acciones o los pasos que estamos dispuestos a invertir en el proceso para alcanzar nuestros objetivos de rendimiento. Son los que se denominan los objetivos de proceso u objetivos de trabajo. Y en algunas metodologías se refieren a ellos como METAS.

Se puede visualizar todos los objetivos, desde la inspiración hasta la acción en la figura de la imagen del título adaptada de la última edición del libro de John Whitmore: “Coaching, el método para mejorar el rendimiento de las personas”

Entenderemos mejor esta caracterización de objetivos con un ejemplo:

  • Objetivo soñado: ¿Cuál es mi visión global? Mi mayor ilusión es llegar a ser el atleta nacional más completo y un deportista admirado por todos.
  • Objetivo final: ¿Qué quiero conseguir? Quiero ganar una medalla de oro en las olimpiadas de mi especialidad.
  • Objetivo de rendimiento: ¿Qué ofreceré por mi parte? Quiero bajar mi tiempo en 1 segundo cada mes en los próximos 2 años
  • Objetivos de trabajo: ¿Qué acciones emprenderé? Entrenaré 5 días por semana durante 4 horas al día. Planificaré mi temporada con un entrenador personal. Mejoraré mi alimentación con un plan nutricional específico.

Por tanto el secreto de cumplir todos esos buenos propósitos de año nuevo no es otro que convertirlos en metas de trabajo, que nos harán transformar nuestros hábitos y enfocarlos en la dirección correcta hacia nuestros objetivos soñados.

En este proceso es dónde un profesional del coaching te puede acompañar y dar solidez real a tus deseos. Si tienes una voluntad de hierro y una  motivación de acero puede que lo consigas tú sólo, pero recuerda que el 90% de personas no cumplirá su compromiso sin ayuda.

Y para definir nuestros objetivos reales y obtener la máxima motivación y compromiso te recomendamos nuestro programa “MOTIVOS PARA LA ACCIÓN” que puedes contratar en nuestra web www.biznesconsultores.com.

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